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Precio o Profesionalidad

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17/03/2021

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Generalmente, hablo por mí, por lo que conozco y por mi entorno, cuando compramos un producto de importe elevado tendemos a buscar un distribuidor, de demostrada solvencia, que nos defienda ante el fabricante; comprar una marca que por si misma sea garantía de servicio postventa y éste se encuentre contrastado; el producto en si manifieste una fiabilidad por encima de la media.

En el caso de un consumible, máquina, vehículo o aparato eléctrico o electrónico, la comparación necesaria para demostrar la calidad del mismo es relativamente sencilla, puesto que depende de variables fácilmente comprobables: durabilidad, estabilidad en el funcionamiento, satisfacción en el resultado y ausencia de problemas.

En el caso del seguro, para probar la calidad del mismo es necesario recurrir a la muletilla clásica: cada uno cuenta la feria según le va en ella. Y, aunque esto podía constituir experiencia, es harto difícil, puesto cada situación que provoca la medición de la calidad del mismo es una experiencia única y, habitualmente, poco comparable con otras que, a priori, pudieran resultar similares. Por eso siempre es necesario recordar que lo que se cubre en la póliza, los daños producidos en los bienes asegurados, depende del motivo por el que se han producido estos y no del propio hecho del daño.

La póliza de seguro entraña la dificultad de un contrato que, a parte de estar sujeta a las cláusulas de éste, también lo está a las diferentes leyes a las que se somete por su naturaleza. Obviamente no es un objeto material, palpable y visible, que sea fácilmente reconocible en sus cualidades y calidades; si no, más bien, son una serie de promesas, plasmadas en condiciones particulares y generales, condicionadas a unos requisitos.

En muchos casos, a la hora de la ocurrencia del siniestro, se genera controversia entre asegurador y asegurado, debido a al deseo de cobertura del segundo frente a la justificación contraria del primero. Debido que, como ya hemos indicado, la póliza es un contrato, sujeto a diferentes leyes, su interpretación,  y por tanto defensa de los derechos, va a depender de unos conocimientos específicos de la materia.

Los Corredores de Seguros, que tratamos de ser profesionales, tenemos una elevada cualificación profesional y, más allá, de la simple cuantificación monetaria, con pensamiento cortoplacista, de la percepción de un servicio, es justo que ésta se prolongue con carácter futurista, bajo la premisa que ante la dificultad en el perfeccionamiento del contrato, el profesional ejercerá como tal y la diferencia económica, que en muchos casos incluso es favorable al corredor o no existe, será intrascendente ante la solución aportada.

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